
La cuenca del Sil, un viaje a los inicios del sector energético
Las casas de Ejulve, a más de 1.100 metros de altitud, conservan el color crema de la tierra caliza que moldea la Sierra de Arcos. Las calles del pueblo, ubicado en la comarca turolense de Andorra, pueden ser una metáfora de la vida en la zona: la pronunciada pendiente y la estrechez entre los muros tienen un punto para los visitantes, pero resultan poco útiles para el día a día. Y luego está el silencio. Como las callejuelas en cuesta, hace gracia, e incluso es reparador, en su justa medida. Después de un tiempo, nada hay más atronador que un silencio sostenido. Hasta el punto de que invita a marcharse, que anima a buscar el horizonte en otro lugar.
Acostumbrado a situarse lejos del foco de los medios, Ejulve emergió a la primera plana en 2009. Uno de los incendios más voraces que ha habido en Aragón tuvo uno de sus epicentros en las lomas que rodean la pequeña localidad. Más de 7.200 hectáreas de bosque fueron arrasadas por completo. Sobre los restos de aquella devastación, diversas organizaciones han puesto en marcha planes para reforestar el terreno.
Entre ellas, Endesa, a través de la iniciativa Bosque Endesa Teruelen la que trabaja desde hace más de cinco años para devolver la frondosidad a 20 de esas hectáreas mediante la introducción de 10.000 plantas forestales autóctonas. La idea es generar una masa mixta de encina, quejigo, mostajo, pino carrasco, pino laricio, majuelo, guillomo, endrino, serval y latonero. Porque si, por esa especie de algoritmo que genera estereotipos colectivos a raíz de vivencias unipersonales o impactos mediáticos sesgados, alguien ha almacenado en la cabeza que Teruel es un enorme secarral, solo tiene que sumergirse en alguno de los bosques que sobrevivieron al empuje de las llamas para cambiar de opinión.
Sin embargo, el proyecto, que ha empleado a 29 personas de los municipios de la comarca de Andorra, pretende ir un paso más allá. Quiere ser una palanca para reactivar el sector forestal en la Sierra de Arcos y el Maestrazgo, uno de los puntos de Europa con menor densidad de población (3,1 habitantes/km2), incluso por debajo de la manida, siempre que se aborda este tema, Laponia. La gestión eficaz del bosque no solo minimizaría el riesgo de incendios, también contribuiría a frenar la desertización, dinamizar el turismo, y a fijar empleo y población en sitios escasos de oportunidades.
Sobre la revitalización del sector primario también gira el proyecto que Apadrinaunolivo impulsa en Oliete, a menos de 50 kilómetros por carretera de Ejulve. La base es simple, pero ha tenido unos resultados sorprendentes. Se trata de recuperar para olivares tierras que hasta ahora no estaban siendo aprovechadas por sus propietarios, porque la mayoría ya no viven en la zona, emigraron junto a sus familias a otros puntos de España o de Europa en busca de trabajo. Y lo que hace esta organización es firmar con los dueños un contrato de alquiler y gestión de la tierra a cambio de una participación en los beneficios a través de la producción y venta de aceite de oliva. El respaldo a esta iniciativa ocupa un lugar destacado en el plan socioeconómico de Endesa con la adjudicación del Nudo de Transición Justa de Andorra. No en vano, desde 2014 ha conseguido llegar a los 16 puestos de trabajo fijos y ha puesto en producción 15.000 olivos.
El objetivo es ambicioso. Alcanzar en Oliete, Alacón, Alloza y Ariño los 50.000 árboles recuperados, algunos de ellos milenarios de una extraordinaria belleza, y ampliar la almazara, las huertas de regadío para la cosecha de vegetales (incluidos los huecos entre paneles solares de los nuevos parques proyectados en el área) y la fábrica de conservas. En total, casi un centenar de empleos. Una revolución, el eterno retorno para un territorio minero, acostumbrado a vivir de lo que extraía de la tierra. Parte de la solución pasa por volver al principio. Solo que ahora la veta está en la superficie. En realidad, siempre estuvo allí.
El legado que seremos es un reflejo de la transición energética justa en España a través de sus protagonistas.
Se trata de un proyecto patrocinado por Endesa creado e impulsado por el fotógrafo documental Álvaro Ybarra Zavala. Álvaro está siendo testigo de nuestro proceso de cambio, contando a través de sus fotografías las historias de las personas verdaderas protagonistas de este cambio.